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Conferencia Episcopal Argentina

Comisión Episcopal de Ministerios

+ Carlos María Franzini
Obispo de Rafaela
Presidente de la CEMIN

La reiterada noticia de situaciones de abusos de menores por parte de sacerdotes, como así también diversas situaciones que revelaban una profunda fragilidad de la dimensión humano-afectiva en muchos presbíteros, fue la ocasión para que algunos obispos pensaran que era necesario contar con un espacio adecuado en el país para tratar estas problemáticas (como de hecho existen en otros países). Concretamente la CEMIN recibía el pedido de pensar en un centro especializado para recibir sacerdotes, ya que las características de sus patologías desaconsejaban internarlos en centros comunes o desarrollar su tratamiento en el ritmo ordinario de la vida presbiteral. También el Secretariado Nacional para la Formación Permanente de los Presbíteros había planteado este tema en varias oportunidades. Así fue cómo la CEMIN recogió esta inquietud y en agosto de 2006 recibimos el mandato de la CEA de avanzar en su estudio para poder aportar algunas respuestas.

En este sentido diseñamos un plan de trabajo que sintéticamente consistía en: hacer un diagnóstico de la situación en diálogo con los Señores Obispos a partir de visitas a cada una de las Regiones Pastorales; conocer las posibilidades ofrecidas dentro y fuera del país por centros especializados en estas problemáticas; consultar el parecer de reconocidos profesionales sobre la materia; interesar en este proyecto a Institutos Religiosos dedicados al campo de la salud y a la Asociación Eclesiástica de San Pedro; evaluar posible fuentes de financiamiento de un eventual proyecto.

Durante casi un año (2006-2007) trabajamos intensamente en cumplimiento de lo programado. Además de las visitas a las distintas Regiones Pastorales se sumaron visitas a centros especializados en Argentina, Brasil, México, Estados Unidos de Norte América, Italia y España. Se tuvieron varias reuniones y se pidió un informe escrito a un destacado grupo de profesionales de la Psiquiatría y la Psicología, todos ellos muy conocedores de la vida presbiteral[1]. También se tuvieron diálogos con los Superiores Provinciales de los Padres de Don Orione, Hermanos de San Juan de Dios y de San Camilo. Se entrevistaron a distintas personas particularmente cualificadas para ayudarnos en nuestro estudio: Cardenal Claudio Hummes, Prefecto de la Congregación para el Clero; Card. Sean O’Malley, Arzobispo de Boston-USA; el P. Franco Imoda,  ex-Rector de la Pontificia Universidad Gregoriana y del Instituto de Psicología de dicha Universidad; el P. Gianluigi Pasto y el P. Gianfranco Fincatto, Superior General y ex-Superior General respectivamente de la Congregación de Jesús Sacerdote, dedicada a la atención de sacerdotes con dificultades de este tipo; el Hno. Sean Sammon, Superior General de los Hermanos Maristas;  el P. AmedeoCencini, formador, psicólogo y pedagogo; Mons. José Vilaplana Blasco y Pbro. Javier Igea, Presidente y Secretario de la Comisión para el Clero de la Conferencia Episcopal Española; Mons. Juan María Uriarte, Obispo de San Sebastián- España y ex-Presidente de la Comisión para el Clero de la CEE.

Este recorrido nos permitió conocer más en profundidad la complejidad y amplitud de estas problemáticas y su relación con la vida y el ministerio presbiteral. Los contactos tenidos con obispos, sacerdotes, profesionales y los mismos pacientes nos permitieron vislumbrar un mundo en el que se mezclan dolores, sentimientos de culpa, deseo sincero de conversión, búsqueda de la voluntad de Dios, muchas frustraciones y también alentadores signos de esperanza. Pero sobretodo este recorrido nos permitió advertir que es necesaria una aproximación  más “cualificada” a situaciones que requieren no sólo una exquisita caridad sino una prudente y aguda mirada “profesional”. No basta con buena voluntad ni mucho menos con respuestas pretendidamente “espirituales” que eluden el conflicto básico y, a menudo, terminan agravando las situaciones.

A esa altura ya se nos había hecho claro que lo que había sido el origen de este estudio (la creación de algún centro especializado para la atención de sacerdotes en dificultades) cedía su lugar a otras consideraciones previas. Y, en todo caso, los centros de atención especializados deberían ser la resultante de un largo camino en el cual los primeros pasos tienen que ver con la aproximación más cualificada aludida. Mientras tanto se pueden aprovechar las variadas y múltiples posibilidades existentes en otros países.

Precisamente esta constatación fue plasmada en una de las varias propuestas que surgieron a raíz del estudio realizado y del informe oportunamente presentado a la Asamblea de los obispos. Se dedicó una jornada de estudio dentro de una Asamblea Plenaria (año 2007) a la que fue invitado el P. Franco Imoda, cuya experiencia y solvencia pastoral y psicológica son incuestionables. También el P. Imoda se reunió con los miembros del Secretariado Nacional para la Formación Permanente y un grupo de Responsables de Clero y Formadores de Seminarios del país[2]. La idea de estos encuentros fue ayudarnos a seguir avanzando en la reflexión y el conocimiento de estas problemáticas, abriendo perspectivas y despertando inquietudes. Y en esta misma dirección la CEMIN organizó un taller sobre “Madurez humano-afectiva y vida presbiteral”, que se desarrolló en varias jornadas tenidas durante los años 2008 y 2009. Con una significativa participación de Responsables de Clero y Formadores de Seminarios del país y de Uruguay compartimos diez jornadas de trabajo intenso, esclarecedor y motivante para nuestro servicio a la formación sacerdotal, inicial y permanente.

Confirmando cuanto ya habíamos constatado en el primer informe, el taller nos ayudó a tener claro que al abordar estas problemáticas es necesario advertir que su definición y resolución no son unívocas; que es fundamental integrar terapias psicológicas y/o psiquiátricas con el acompañamiento espiritual, partiendo de una correcta comprensión de lo que es el sacerdocio ministerial; además es indispensable el trabajo preventivo a nivel de formación inicial y permanente, ambas concebidas como momentos sucesivamente integrados de un mismo camino vocacional; por el clásico principio de que “la gracia supone la naturaleza”, es necesaria también una atención particular a la formación de la dimensión humano-afectiva de seminaristas y presbíteros, que integre y dé fundamento suficiente a las otras dimensiones; finalmente quedó muy claro que en la consideración de las situaciones particulares nunca habrá de dejar de tenerse en cuenta el contexto familiar, eclesial y social de los sujetos involucrados ya que todos somos parte de sistemas vinculares que necesariamente inciden en nuestro propio crecimiento y maduración humana, espiritual y pastoral.

Fruto del trabajo compartido se crearon  algunos vínculos y se dieron intercambios que  permitieron la formación de un grupo interdisciplinario  de estudio y trabajo que pueda ofrecer orientación y apoyo a las necesidades de las distintas diócesis del país en lo referente a la promoción de la salud integral de los sacerdotes. Este grupo de trabajo, autodenominado “Jeremías”, funciona en estrecha vinculación con la CEMIN a través de la presencia del Secretario Ejecutivo de la misma y de alguno de los obispos de la subcomisión presbíteros. Se ha visto la conveniencia de procurar que la presencia del obispo sea estable, para que pueda acompañar y comprender acabadamente el itinerario que se viene recorriendo.

En cuanto a la proyección del Equipo Jeremías habrá que tener siempre presente su origen (someramente descripto en estas páginas); su marco “institucional” (un equipo dependiente de la CEMIN, al servicio de las diócesis o regiones pastorales que pudieran requerirlo); sus destinatarios naturales (obispos, responsables de clero y formadores de seminario); y los posibles servicios a ofrecer en la línea de lo preventivo. Para ello siempre habrá que tener en cuenta: la dinámica propia de los organismos y servicios dependientes de la CEA, los recursos humanos y económicos disponibles, otros servicios alternativos que ya se estuvieran ofreciendo (por ejemplo desde la OSAR) y un calendario tentativo para las propuestas a ofrecer.


[1] Se contó con la colaboración de los Doctores Carlos Velazco Suárez, María Ana Ennis, Dra. Alicia Zanotti de Savanti; Alberto Riva Posse; Carlos Astudillo y Lorenzo García Samartino.

[2] De este encuentro participaron varios de los actuales integrantes del Equipo Jeremías.